lunes, 24 de agosto de 2015

“NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ” EL PRIMER HOSPITAL DE VALERA

Conociendo nuestra historia

José Rosario Araujo

Recién comenzaba el siglo XX  y la nobel ciudad de Valera necesitaba un hospital y  quien mejor que el italiano Domingo Giacopini; “jurungo” juglar;  que se había convertido en uno de los   habitantes de la ciudad  de Mercedes Díaz; para comprender que era menester la necesidad de un sitio donde se pudieran atender a sus enfermos.

Como era su accionar Giacopini dona una casa y  2000 bs para la construcción de la obra, edificación  que se encontraba situada  a la orilla de un camino que unía a Valera con Betijoque, en donde funcionaba una posada que servía a los viajeros que transitaban de  San Lázaro, y  la Quebrada para continuar a Sabana de Mendoza y La Ceiba.

El Concejo Municipal;   en 1904; acepta la donación del italiano y lo comisionó para que escogiera la junta administradora que quedó conformada por el sacerdote Miguel A. Mejía, Ernesto Spinetti,  Eleazar González, Adolfo Troconis, Dr. José Antonio Tagliaferro como miembros principales y el Br Pompeyo Oliva, Eduardo Gentini, Antonio Salinas, General Estanislao Sequera  y Pedro Escalona como suplentes.  

El Gobernador de Valera de una manera abusiva; como se acostumbraba en esa época; dejo de lado la junta administradora  y en vez de culminar la obra como un hospital, la termino convirtiendo en una asilo para mendigos,  y pordioseros permaneciendo así por dos años.

Giacopini reestructuró  la junta y en conversaciones con el ayuntamiento municipal vendió un  terreno de su propiedad por valor de 12.000 bs y con ese dinero  se dedicó a acondicionar la casa  donde funcionaba lo que sería con el tiempo el Hospital Nuestra Señora de la Paz.

En el año de 1909 se demuele el  antiguo inmueble y al año siguiente se inicia la construcción de un nuevo edificio cuyos planos los realizará el Br. Pompeyo Oliva. La obra cuenta con la cooperación del actúa gobernador, que era  el Gral. Víctor Manuel Baptista quien cedió por un tiempo la mitad de su sueldo y por disposición oficial  un aporte mensual de ochocientos bolívares  para sus trabajos.

La nueva junta la conformaron Rodulfo Terán Labastidas, el Padre Miguel A. Mejía y Abdón Briceño. Pasarían seis años para que los trabajos se reanudaran, ya que los problemas de carácter político y la falta de presupuesto paralizaron el proyecto.

Ahora una junta integrada por el Padre Mejía, Dr. P.E Febres Cordero, Ceferino Briceño, Gral. Mario Terán Labastidas, Ernesto Spinetti, Dr. Otilio Mármol y Buenaventura Angulo tratan de llevar la obra a feliz término. 

En el año de 1917 hubo personas que colaboraron con la obra, como lo fueron Ulpiano Cañizales que donó  una importante suma para los salones de la obra, el Dr. Cifuentes Labastidas que estuvo pendiente para que la construcción de la obra y Ana Hernández Bello de Tejera que haciendo verbenas y veladas logró recolectar fondos para la continuación de los trabajos.

Pasaron dos años y el Concejo Municipal asignó una contribución mensual  de cien bolívares para la finalización de los trabajo y además creo una estampilla  municipal para ayudar la obra.
El General Gómez regalo 160 acciones de la Compañía  Anónima “Planta Eléctrica de Valera” y 500 sacos de cemento.

Por fin el 10 de mayo de 1923;  después de 19 años; el Hospital fue inaugurado y quedo atendido por un grupo de Hermanas   de la Congregación  de Santa Ana, cuya llegada había sido gestionada por la señora Hernández Bello de Tejera, integrada por  la Madre Patrocinia Naváscuez y las Hermanas Genoveva Gascón, Carmen Ortiz y Apolonia Fernández. 

En sus años de actividad en preciso mencionar a los médicos y benefactores como los doctores;  Gil Manrique,  Guillermo Parra, Eugenio de Bellard, Manuel Chuecos  Pedro Emilio Carrillo, señores Miroclates Montiel, Juan  de Dios la Corte, sacerdotes;  Ignacio Burk  y José Humberto Contreras; que continuaron la obra con su trabajo y  dedicación. 

Para los nuevos tiempos el  antiguo hospital “Nuestra Señora de la Paz” es un moderno ambulatorio en donde reciben atención por parte del IVSS los habitantes de la urbe valerana, no pudiendo olvidarse la figura importante del que haría realidad este sueño; el “jurungo” juglar, Don Domingo Giacopini. 

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