El 10 de enero, en Caracas se celebró la ceremonia de la toma de posesión de
Nicolás Maduro como Presidente de Venezuela para el periodo de 2019 a 2025. La
delegación rusa encabezada por el Vicepresidente del Consejo de la Federación
de la Asamblea Federal de Rusia, Ilyás Umajánov, asistió a los eventos
solemnes.
Nicolás
Maduro fue elegido para un nuevo período constitucional en los comicios
presidenciales celebrados el 20 de mayo de 2018 bajo una presión externa sin
precedente dirigida a impedir aprovechando una situación política y económica
complicada en el país que una amplia gama de fuerzas políticas, incluidas las
de oposición, participe en las elecciones para poner en duda lo legitimo de la
manifestación de la voluntad. Mientras, los comicios celebrados pusieron de
relieve la inconsistencia de tales esperanzas.
El
desarrollo de los acontecimientos puso en evidencia una división en la
comunidad internacional. Entendiendo lo peligroso de la evolución incontrolada
de la situación, unos se pronuncian por el diálogo entre las principales
fuerzas políticas de Venezuela para resolver lo más pronto posible los agudos
problemas internos.
Otros, al contrario, estimulan la implacabilidad aspirando
a producir el caos. Especulando con el tema de crisis humanitaria intentan
atribuir a esto los problemas migratorios de América Latina y el Caribe. En su
intento de cambiar el poder en Caracas cueste lo que cueste hablan de una
posible intervención militar extranjera, lo que por su lado encuentra un duro
rechazo hasta en las filas de los detractores más severos del régimen de
Nicolás Maduro en la región.
El
descarado empeño de formar, contrariamente a la Constitución, estructuras
gubernamentales alternativas en Venezuela, los intentos de presentar unos
órganos de poder venezolanos como legítimos y otros no, haciendo la vista gorda
de la realidad, el recrudecimiento de las presiones sancionatorias que agrava
la situación económica y social y afecta la situación financiera de los
venezolanos, es un explícito atentado contra la soberanía de Venezuela.
Hemos
tomado nota de la iniciativa de aplicar en relación con este país las
disposiciones de la Carta Democrática Interamericana que promueve enérgicamente
la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos. Quisiéramos
recordar que tras el golpe de Estado en Ucrania propusimos dar un carácter
universal al principio de inadmisibilidad de cambiar regímenes por vía
anticonstitucional. Lamentablemente, en aquel período varios países, incluidos
los defensores más enérgicos de la Carta Democrática, se pronunciaron en
contra. Vemos en esto la manifestación de una postura selectiva y políticamente
sesgada en relación con este principio.
Estamos
convencidos de que esta postura no tiene perspectivas, No se puede provocar un
aumento de la escisión en la sociedad venezolana. Es necesario contribuir a la
búsqueda del consenso interno, aunar los esfuerzos del Gobierno y la oposición
para reducir la tensión, sanear la situación en el país, gobernar el Estado en
conjunto, en caso de que todas las fuerzas políticas del país observen la
Constitución y la legislación vigente.
Estamos
satisfechos de que muchos nuestros amigos latinoamericanos compartan este punto
de vista. Vemos que en varias capitales europeas empiezan a entender lo
importante de encontrar nuevas fórmulas de mediación para contribuir a sentar a
las autoridades venezolanas y la oposición a la mesa de las negociaciones.
Consideramos que es una señal positiva.
Por
nuestro lado, confirmamos nuestra disposición a cooperar estrechamente con la
Venezuela amistosa, su pueblo y las autoridades legítimas. Continuaremos
profundizando las relaciones de asociación estratégica que, según mostraron las
recientes negociaciones entre los líderes de nuestros países, se desarrollan de
manera sostenible en todas las direcciones de interés mutuo. Seguiremos
ayudando a Venezuela a encontrar una salida de la complicada situación
económica.
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