Elías Jaua Milano
Aporrea
Tremenda batalla geopolítica la que se ha librado esta semana pasada,
en el seno de las Naciones Unidas.
El discurso de Donald Trump, mostrando al
desnudo el mesianismo religioso que sustenta el accionar imperialista de la
élite fundamentalista de los Estados Unidos de América, ha dejado claro que
hemos entrado en una peligrosa etapa donde la diversidad cultural y la paz del
mundo están seriamente amenazadas por el patrioterismo de los cowboys
(vaqueros). Ninguna nación puede estar tranquila.
"Defendemos a los Estados Unidos y al pueblo estadounidense. Y
también estamos defendiendo al mundo", expresó Trump en su discurso ante
la Asamblea General de las Naciones Unidas, el pasado 25 de septiembre de 2018.
Esta frase sintetiza los cimientos religiosos de la superestructura
ideológica del imperialismo yanqui: "Somos la nueva Jerusalén";
"Tenemos un destino manifiesto"; "Somos faro de libertad";
"Estamos obligados a cuidar nuestro patio trasero"; entre otras
expresiones fundamentalistas, repetidas generación tras generación.
Tras enunciar dicha frase, el portavoz imperial pasa a explicar a lo
largo de su discurso de qué y de quiénes tienen que defenderse. Según su
interpretación, se defienden y nos "defienden"del expansionismo
comercial de China y militar de Rusia, de la globalización impuesta por Europa,
del socialismo venezolano, del fundamentalismo musulmán, de las amenazas
nucleares que representan Irán y Corea del Norte, de los estafadores países de
la Organización de Estados Exportadores de Petróleo (OPEP) y pare Ud. de
contar. El doble rasero de la élite imperial no deja de asombrar.
En el desarrollo de su alocución, signada por la frase somos patriotas,
es fácil deducir que el mandatario reclama para su nación el cetro del Imperio.
El mensaje dado es contundentemente claro y duro, solo la nación
"americana" tiene fundamentos religiosos válidos; solo ellos pueden
fijar las reglas del comercio y los precios del petróleo; solo ellos pueden
tener armas nucleares y hacer la guerra; solo ellos pueden decir que modelo de
sociedad debemos tener los venezolanos y venezolanas y el resto de los países.
Vaya desafío que tiene la humanidad, vaya desafío que tenemos los
venezolanos, las venezolanas. ¿Cómo preservar nuestra Independencia en un mundo
en que lo poco que quedaba de respeto al derecho Internacional, garantía de paz
entre las naciones, ha sido desconocido por el fundamentalismo yanqui en voz
del Presidente Trump?
Consideramos en primer lugar que hay que rescatar, dentro de la
gravedad de lo ocurrido en Naciones Unidas, que la posición sectaria,
excluyente, amenazante y supremacista expresada por el gobernante
estadounidense ha deslindado claramente el campo geopolítico mundial y
especialmente ha evidenciado las contradicciones a lo interno del sistema de
dominación mundial, cuya máxima expresión es la confrontación de la élite
ultranacionalista que gobierna los Estados Unidos contra la élite globalizadora
de la Unión Europea.
Esas contradicciones dejan intersticios para promover un gran frente de
naciones independientes, que pueda articular una estrategia de defensa de un
mundo plural, en el marco del derecho internacional, contra el intento de
homogeneización imperial, reivindicando "la diversidad cultural,
religiosa, política de la humanidad", tal como lo planteó el compañero
Presidente Nicolás Maduro en su discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas,
el pasado 26 de septiembre de 2018, donde respondió con coraje a la agresión
permanente contra nuestra Patria y denunció la amenaza supremacista contra la
humanidad.
En segundo lugar, para superar dichas agresiones, debemos reconstituir
el tejido de nuestra unidad nacional; tenemos que consolidar la unidad entre
los revolucionarios y las revolucionarias, desde el reconocimiento a la
pluralidad y la reafirmación de lealtad con los principios históricos que hemos
defendido como pueblo revolucionario y que el Comandante Hugo Chávez sintetizó
y desarrolló, a lo largo de su vida como revolucionario, el modelo del
socialismo bolivariano.
En tercer lugar, necesario es desechar las ilusiones que conllevan al
extravío ideológico. Hoy más que nunca se requiere claridad teórica para poder
desarrollar prácticas revolucionarias. Lo decimos sin rodeos, sin artilugios,
lo decimos desde la convicción, con sinceridad y humildad, una lucha por la
liberación y la Independencia nacional solo puede ser victoriosa si tiene como
protagonista a la única clase potencialmente revolucionaria en la sociedad
actual, el pueblo trabajador (obreros, campesinos, capas medias técnicas y
profesionales, trabajadores por cuenta propia), así ha sido demostrado a lo
largo de todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI.
Compatriotas, solo los pueblos que defendieron sus ideas, que no
arrearon sus banderas históricas han sido respetados por los imperios. Volvemos
a insistir en esta afirmación: "Por suerte se ha visto a un puñado de
hombres libres derrotar a imperios poderosos", expresada por nuestro Padre
Simón Bolívar, por estos días hace 200 años, en Angostura, respondiéndole a un
agente norteamericano, respuesta bolivariana hoy más vigente que nunca.
Decimos nosotros, sólo un pueblo revolucionario es libre de cualquier
condicionamiento, del sistema capitalista mundial y sus expresiones nacionales,
para construir su propio modelo de sociedad. Sólo como pueblo sabio y libre
alzaremos para siempre las banderas por las cuales hemos y seguimos luchando:
Independencia, igualdad y prosperidad social. Una sociedad honesta,
auténticamente humana. Por el camino de Bolívar y Chávez lo lograremos.
¡Venceremos!
* Elías Jaua Milano es dirigente del PSUV. Ocupó varios ministerios en
el gobierno de Hugo Chávez y en el gobierno de Nicolás Maduro. Actualmente
Ministro de Educación.
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