Salim Lamrani
Université de La Réunion
The Huffington Post
https://www.huffingtonpost.com/entry/fidel-castro-the-other-name-for-dignity_us_5a241fa0e4b0545e64bf944c
versión en español:
http://rebelion.org/noticia.php?id=235017
Un año después de su
desaparición, el 25 de noviembre de 2016, el líder de la Revolución Cubana
perdura en la memoria colectiva como el héroe de los desheredados.
Hay hombres que atraviesan los
siglos y se inscriben en la eternidad, pues personifican principios.
Maximiliano Robespierre, el incorruptible, el apóstol de los pobres, dedicó su
existencia breve e intensa a luchar por la libertad del género humano, por la
igualdad de derechos entre todos los ciudadanos, por la fraternidad entre todos
los pueblos del mundo, suscitando el odio feroz de los termidorianos y de sus
herederos que perdura hasta hoy. Fidel Castro, el otro nombre de la Dignidad,
tomó las armas para reivindicar el derecho de su pueblo y de todos los
condenados de la tierra a elegir su propio destino, atizando la aversión de las
fuerzas retrógradas a través del planeta.
Patio trasero de Estados Unidos
durante seis décadas, Cuba era constantemente humillada en su aspiración a la
soberanía. A pesar de las tres guerras de independencia y los sacrificios del
pueblo de José Martí, héroe nacional y padre espiritual de Fidel Castro, la
isla del Caribe sufrió el yugo opresor del poderoso vecino, deseoso de asentar
su dominio en la región. Ocupada militarmente y luego transformada en república
neocolonial, Cuba vio a los gobiernos de la época obligados a plegarse a las
órdenes de Washington.
El pueblo cubano, orgulloso y
valiente, soportaba afrenta tras afrenta. En 1920, el Presidente Woodrow Wilson
mandó al general Enoch H. Crowder a La Habana tras la crisis política y
financiera que golpeaba el país y ni se dignó a informar al Presidente cubano
Manuel García Menocal. Ése hizo partícipe de su sorpresa a su homólogo
estadounidense. La respuesta de Washington fue humillante: “El Presidente de
Estados Unidos no considera necesario conseguir la autorización previa del
Presidente de Cuba para mandar a un representante especial”. Tal era la Cuba
prerrevolucionaria.
Profundamente lastimado en su
deseo de libertad, el pueblo cubano acogió el triunfo de la Revolución Cubana
de Fidel Castro en 1959 como la culminación de una larga lucha iniciada en
1868, en la Primera Guerra de Independencia.
Arquitecto de la soberanía
nacional, Fidel Castro reivindicó, armas en mano, el derecho inalienable de su
pueblo a la autodeterminación. Al romper las cadenas hegemónicas impuestas por
Washington, Fidel Castro hizo de una pequeña isla del Caribe una potencia moral
admirada y respetada por los pueblos del Sur por su voluntad indefectible de
elegir su propio camino.
También se convirtió en el
símbolo de la resistencia a la opresión y en la esperanza de los humillados a
una vida decente, celebrado por su coraje constante frente a la adversidad y su
fidelidad a los principios.
A pesar de los recursos sumamente
limitados y un estado de sitio implacable impuesto por Estados Unidos durante
más de medio siglo, Fidel Castro hizo de Cuba un modelo para las naciones del
Tercer Mundo, universalizando el acceso a la educación, a la salud, a la
cultura, al deporte y a la recreación.
Probó así ante los ojos del mundo
que era posible establecer un sistema de protección social eficiente para toda
la población y ubicar al ser humano en el centro del proyecto de sociedad, a
pesar de los limites materiales y de la hostilidad perniciosa de Washington.
Cuba es hoy día una referencia mundial en este sentido y demuestra que es
posible colocar a las categorías más vulnerables en el centro del proceso
libertador.
“Patria es Humanidad”, decía José Martí. Fidel Castro, además de
defender el derecho de su pueblo a vivir de pie, mostró su vocación de
internacionalista solidario brindando el generoso concurso de Cuba a todas las
causas nobles de la emancipación humana, contribuyendo de modo decisivo a la
independencia de África Austral y a la lucha contra el régimen segregacionista
del apartheid.
El inolvidable Nelson Mandela
sintetizaría esta solidaridad sin fallas de los cubanos en una reflexión: ¿Qué
otro país podría pretender más altruismo que el que Cuba aplicó en sus
relaciones con África?”. Todavía hoy Cuba está asediada por Washington, y a
pesar de una situación económica difícil, sigue brindando su ayuda en materia
de educación, salud y asistencia técnica, a los países del Sur, mandando a
decenas de miles de médicos, profesores, ingenieros y técnicos.
Fidel Castro, el otro nombre de
la Dignidad, quedará en la historia como el héroe de los desheredados, el que
defendió el derecho del pueblo a una vida honorable, el que hizo de la
soberanía de Cuba una realidad inalienable, el que expresó una solidaridad en
todos los instantes con los oprimidos.
Odiado por los poderosos de su
tiempo –como Maximiliano Robespierre– por atreverse a proponer una repartición
más equitativa de las riquezas, la historia le rendirá el homenaje que merecen
los grandes hombres que se indignaron contra las injusticias y que lucharon sin
tregua por defender la suerte de los humildes.
Doctor en Estudios Ibéricos y
Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es
profesor titular de la Universidad de La Reunión, especialista de las relaciones
entre Cuba y Estados Unidos.
Su último libro se titula Cuba,
¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016. http://www.tiendaeditorialhiru.com/informe/336-cuba-palabra-a-la-defensa.html
Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
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