Andrés Giussepe
El pasado domingo 3 de diciembre,
el presidente Nicolás Maduro lanzó públicamente la inserción de la economía
venezolana en el mundo de las criptomonedas, un sistema monetario electrónico
emergente, basado en un tipo de dinero como el bolívar, el dólar o el euro, que
puede funcionar como billetera digital, como reserva de valor, como unidad de
cambio o para colección.
Como vemos, el presidente ha
puesto en el debate político nacional la "gestión monetaria", porque
hay que decirlo, los conflictos en torno a la moneda hacen de la economía y la
política las dos caras de un mismo fenómeno social.
¿PERO QUÉ ES ESO DE LA
CRIPTOMONEDA?
Es un mundo que, fundamentalmente
gira alrededor de una moneda virtual diseñada para pura especulación
financiera, donde las criptomonedas actuales no tienen respaldo financiero,
sino que, en la mayoría de las veces, se basa en la propia fe de sus
demandantes.
Son mercados donde se pone de
manifiesto el alma de la sociedad económica contemporánea que es la
especulación. Donde los actores imaginan un precio de todo sin considerar su
costo de producción o la utilidad intrínsica (valor de uso), sino por la
posibilidad de intercambiarlas a futuro esperando una ganancia monetaria.
Cada criptomoneda ofrece
características atractivas y limitadas en cantidad, como para estimular a la
gente a adquirirla lo más pronto posible. Hay gente que las obtiene confiando
en que en algún tiempo tengan un valor de cambio más alto frente a otras criptomonedas
o dinero fiduciario.
Es por eso que se mueve en el
mundo de la especulación, del riesgo, de la fe, que es creer en lo que no se
ve. Al igual que el dólar estadounidense, las criptomonedas actuales son
monedas fiduciarias sin respaldo, pero que se transan de manera electrónica. Se
puede especular con criptomonedas como se hace con acciones, bonos y otros
productos financieros.
En la actualidad, existen más de
800 criptomonedas que buscan captar nuevos compradores, capitalizarse todos los
días y arrojar grandes ganancias especulativas. Entre las principales se
destacan el Bitcoin que es la de mayor capitalización. Creada por Satoshi
Nakamoto en el 2009, se maneja a través de billeteras electrónicas que
contienen cuentas cifradas, bien protegidas, lo que se conoce como
"encriptadas", y tiene un valor actual cerca de 12.000 dólares.
Otra criptomoneda bien demandada
es el Ethereum que vale cerca de 500 dólares por monedas y en su mercado transa
por un valor de más 1.000 millones de dólares. También se encuentran el
AntShares, la Ripple, que muchos bancos alrededor del mundo han aceptado
comercializarlas cuyo valor va subiendo cada día. También existe una llamada la
Perro-moneda o Dogecoin, que comenzó con una broma y se ha convertido en una
criptomoneda exitosa, entre otras.
Por la tendencia especulativa de
multiplicar su valor y las altas rentabilidades arrojadas por esas
criptomonedas, se dice que esos mercados virtuales están en su mejor momento,
lo que ha impulsado un gran interés, casi exponencial, de los inversionistas
por este tipo de monedas.
Por ejemplo, el Bitcoin subió en
valor en más del 700% en lo que va el año 2017. Hace 5 años atrás un Bitcoin
valía menos de un dólar, hoy ha llegado a costar más de 16.000 dólares por
Bitcoin. En la actualidad este mercado tiene un valor total de alrededor $100
mil millones de dólares, que en comparación, es más grande que varias compañías
transnacionales juntas, como Fed-Ex y General Motors.
Si se divide el valor de ese
mercado por la cantidad de direcciones o poseedores de bitcoins, se ha logra
determinar que más del 95% de esta criptomoneda son propiedad de alrededor del
4% del mercado, y donde, el 1% de las direcciones controlan la mitad de todo
ese mercado. Formándose un orden económico basado en el control financiero
parecido al que sufre el sistema capitalista mundial, donde pocos dueños
controlan la mayor parte del capital financiero global.
Pero la versatilidad de las
criptomonedas es que el gobierno de los Estados Unidos no las puede controlar
todas. Son monedas electrónicas descentralizadas. Es un mundo independiente del
dólar, que en el caso del Bitcoin hemos visto que crece su valor con respecto
al dólar, que ha obligado a la misma Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos
considerar a esa moneda una amenaza a la estabilidad financiera de ese país por
la continua devaluación que sufre el dólar con respecto a esa criptomoneda.
Es por ello que muchos analistas
consideran al mundo del Bitcoin, un mercado con una burbuja financiera que en
cualquier momento pudiera estallar, al igual que estallaron los bonos basuras
sin respaldo que ocasionó la crisis económica de 2007, que afectó la economía
norteamericana y de varios países europeos.
No obstante, la reciente
propuesta del presidente Nicolás Maduro viene a representar una revolución en
el mundo de las criptomonedas porque anuncia la creación del "Petro"
o "Petromoneda" como una moneda digital con respaldo físico y
financiero basado en la cuantificación y valorización de una porción de las
reservas de petróleo, gas, oro y diamantes. Algo que la hace apetecible en
comparación con las criptomonedas tradicionales.
Y cuál es el fin de un Estado
como el venezolano de incursionar en ese mundo emergente, riesgoso y lleno de
vulnerabilidades como cualquier otro, basado en la especulación? En primer
lugar, la necesidad de independizarnos de la hegemonía y la dictadura que tiene
del dólar estadounidense en el comercio petrolero internacional.
Asimismo, para obtener
financiamiento internacional, sin condiciones ni chantajes como el que ha
impuesto el Imperio del Norte con los actuales bonos soberanos y de Pdvsa a
nuestro gobierno, sin estar atado a la Reserva Federal, al Banco Mundial al
Fondo Monetario Internacional, entre otras instituciones financieras que ellos
dominan.
Y, finalmente, el Petro podría
funcionar como "moneda de cuenta", parecido a los Derechos Especiales
de Giro emitidos por el FMI, que en la actualidad los soporta una cartera de
monedas fuertes (el euro, la libra esterlina, el renmimbí, el yen y el dólar),
y que en nuestro caso, el Petro estaría soportado por una canasta equivalente
de reservas de petróleo, gas, oro y diamante. En fin, una propuesta apetecible
para el mundo financiero internacional.
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