Gian Carlo Di Martino
Antes que nada, mi querido Niño
Jesús, tengo que pedirte perdón por la copia que le voy a enviar al presidente
estadounidense, Donald Trump, cuando esto debería ser un secreto entre los dos
como muchas de las cartas que, por estos días, te envían millones de personas
con un cúmulo de peticiones, pero es que este señor se cree Dios y se le debe
hacer entender que ni él ni el imperio gringo son los dueños del mundo, no son
los propietarios de la vida de las personas. Ya han matado a mucha gente en
nombre de la democracia; demasiados hombres, mujeres y niños de esos pueblos
que invaden han sido mutilados, desmembrados por el fuego de sus misiles y sus
bombas, para saciar su grosero consumismo, sus ansias rapaces de capitalismo
desenfrenado, sus feroces intereses particulares.
Sé que no es fácil meterle en la
cabeza a un mandatario norteamericano esta petición y menos si es como Trump,
que por la forma en que actúa desde Washington debe imaginar que la Creación
del Padre es una cosa un poquito –solo un poquito, no mucho, algo
insignificante quizás- más grande que los escenarios donde desfilan las
participantes del Miss Universo, así que estando a la diestra del Señor te
pido, por favor, de todo corazón, que al menos lo consultes con el Salvador.
Comprende mi preocupación,
querido Niño Jesús. Ya el presidente Trump comenzó con las sanciones a
Venezuela a petición de un ser sin alma llamado Julio Borges, con el único
objetivo de acentuar el hambre en la población y doblegarla en función de
tumbar al presidente obrero, Nicolás Maduro, quien no desmaya buscando
soluciones a la crisis que provocaron los grupos terroristas Primero Justicia,
Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, que seguro, seguro, no
han desistido de la violencia. Ahorita están replegados por las derrotas que
les propinó el pueblo en las elecciones regionales y municipales, pero estoy
convencido que si logran recuperarse de una vez arremeterán de manera impune en
contra de la gente como siempre hacen.
Por eso te pido por lo más
sagrado que le hables al Omnipotente, que le levante el copete a Trump y con su
mano poderosa y misericordiosa trate de llegarle a las neuronas del amor, de la
paz, de la tolerancia, de la armonía, de la sensatez, si es que tiene alguna
por ahí.
No más daño a Venezuela y al
resto de los pueblos del planeta. Nosotros como el resto de los países del
orbe, tenemos derecho a ser libres, soberanos, sin tener que ponernos de
rodillas ante él ni ante ninguna potencia extranjera. La Patria de Chávez y
Bolívar solo se va de hinojos ante el Padre Eterno. Sálvanos de este señor,
ilumínalo, guía sus pasos, no más guerra, no más sangre, no más sufrimiento.
Querido Niño Jesús te pido que el
Todopoderoso solo toque el alma del presidente Trump, porque en Venezuela, los
responsables del desastre, de los muertos, del desabastecimiento de alimentos y
medicinas son títeres del mandatario gringo, ellos actúan como perfectos
serviles, lacayos. Lo obedecen como perritos falderos. Y si el mandatario
gringo da la orden, no serían capaces de mover un dedo, porque hasta cobardes
son. Si, así como te lo escribo, esos terroristas que se ven envalentonados por
los medios de comunicación desafiando y gritando, les habla Trump y se hacen
pipí en los pantalones.
Creo en ti mí querido Niño Jesús,
creo en Dios, pero antes de despedirme debo advertirte que si vas a considerar
mi petición, utilices cualquier otro medio de comunicación que no sean la
canalla mediática nacional e internacional, porque seguro que donde escribes
paz, ellos borrarán y escribirán guerra, donde escribes amor borrarán y
escribirán odio, donde escribes tolerancia borrarán y escribirán intolerancia,
y así distorsionarán toda la información y la realidad de Venezuela tal como
hacen cada vez que tienen la oportunidad.
Tampoco te valgas y confíes en
los curas de la Conferencias Episcopal Venezolana, esa gente lleva al demonio
debajo de la sotana. Algo insólito, pero es así. Convirtieron la CEV en un
partido político al servicio de la violencia. Qué pena, que tristeza con estos
religiosos, que deberían llevar a su grey un mensaje de hermandad y concordia y
no de enemistad y desavenencia.
Te quiero mucho Niño Jesús,
sálvanos de Donald Trump, te lo pido por amor a Dios y por este pueblo que te
quiere y te venera. ¡Ayúdanos! No queremos ser otra Siria, otra Afganistán ni
ninguno de esos otros pueblos destrozados por ese imperio criminal… Ten
compasión de nosotros.