El pueblo venezolano conoce quién es el oscuro personaje que muy lamentablemente, ha sido designado en días
recientes como Cardenal.
El pueblo católico que ofrenda su fe en la
vida y obra de Jesús, siente una legítima indignación porque ha sido
Baltazar Porras uno de los grandes responsables de la decadencia
absoluta de la jerarquía de la iglesia católica en Venezuela, la cual
forma parte de la dirección política de la más rancia derecha que ha
dado Golpes de Estado, que perpetra sabotajes económicos criminales, que
ordena asesinatos a dirigentes políticos y sociales, que ha pretendido
someter al país a la más brutal guerra psicológica, sin que hayan
mediado en ninguno de los casos las constricciones morales y mucho menos
los arrepentimientos que debe tener cualquier servidor espiritual del
pueblo.
Se ha tratado de
distorsionar mi intervención en la Asamblea Nacional sobre este tema,
convirtiéndolo en un asunto de fe, cuando en realidad se trata de una
denuncia que hago como hombre formado por un humanista y socialista como
Hugo Chávez, que cree en una iglesia defensora de las y los humildes,
de las y los descamisados. No se puede apelar a la fe cristiana para
defender un señor que, escondido tras la investidura eclesiástica,
atenta de forma sistemática contra la base del pueblo católico de
nuestro país.
Baltazar Porras no es cualquier prelado. Más bien
ha sido y sigue siendo un alto dirigente político de la derecha
venezolana que ha hecho carrera en la Conferencia Episcopal,
convirtiendo dicha instancia en una de las puntas de lanza más violentas
contra la Revolución Bolivariana y, en general, contra los intereses
del pueblo venezolano. Cabe recordar que Baltazar Porras tuvo un papel
determinante en la planificación y ejecución del Golpe de Estado contra
el Comandante Supremo Hugo Chávez en abril de 2002, fue cómplice del
secuestro de nuestro Presidente, así como de la orquestación para
asesinarlo.
Para desgracia del pueblo católico, sus
depravaciones en el plano personal y las de algunos altos jerarcas de la
iglesia católica venezolana que lo acompañan en dichas prácticas, son
hechos públicos conocidos por las comunidades donde hacen vida y por el
país entero.
La verdad duele y quizás ha sido ese dolor el que
ha impulsado a Monseñor Moronta a ejercer una defensa automática de la
jerarquía que, en otros momentos, ha cuestionado por sus actuaciones en
la política y en la iglesia.
Monseñor Moronta debe ser
consciente de que el país no está en condiciones de ser testigo de
solidaridades automáticas con este tipo de dirigentes políticos. Más
bien vivimos un momento crucial entre la posibilidad de mantener y
profundizar los avances y logros conquistados para la dignidad de
nuestro pueblo y el abismo fascista al que pretende conducirnos la
derecha que Baltazar Porras representa al lado de Ramos Allup.
Monseñor Moronta. Como dijo nuestro Libertador y repitió tantas veces el
Comandante Chávez, en Venezuela hemos conquistado en estos años nuestro
bien más preciado: la independencia nacional. Creo que usted es
consciente que esta independencia está severamente amenazada por la
derecha que representa Baltazar Porras.
Soy un hombre temeroso de
Dios. Monseñor Moronta miente al decir que ofendí a Dios. No sé cuál
sea el motivo de tal exageración. ¿Puede ser que sea una exigencia, para
revindicar alguna posición en el pasado? O simplemente una muestra de
solidaridad mecánica para con sus cófrades de la iglesia. Dedicarse al
país en materia episcopal es una cosa. Tomar partido político por una
tendencia determinada es otra. He estudiado la historia y se el terrible
daño que provoca la religión al rozar el azaroso terreno de la
política, nada más mundano y terrenal. Guerras, genocidios, asesinatos
son el resultado.
Ahora se me pide que pida perdón. ¿Cuánto tardo la
jerarquía católica en admitir que se equivocó en las cruzadas? ¿Cuánto
han tardado en admitir que fueron parte determinante en el genocidio de
millones originarios americanos? El arzobispo de Berlín durante la II
Guerra Mundial ¿no bendecía las tropas nazis que se preparaban para
invadir Europa?
¿Cuántas mujeres dieron con sus huesos en la hoguera de
la Inquisición acusadas de brujería? La persecución a Calvino, a Lutero y
a sus seguidores. Todavía no han reconocido los crímenes del
tristemente célebre Fray Tomas de Torquemada y sus “autos de fe”. Son
innumerables los casos donde la Fe fue puesta a un lado por complacencia
con el poder político. La separación de la Iglesia del Estado garantiza
la libertad de culto, algo que por la carta de Monseñor Moronta, es
negado tajantemente.
Las mujeres y hombres humildes de Venezuela,
cristianos en la fe, trabajadores y trabajadoras de un país cada vez
más digno y soberano, le exigimos a la jerarquía de la iglesia católica
que por la paz, reconozcan públicamente sus errores históricos y se
pongan del lado pueblo, en la construcción de una nación justa y de
iguales por la suprema felicidad social de todas y todos.
El legado del Presidente Chávez tiene detrás al pueblo, que ha entendido su papel en este momento decisivo de la historia, a los intelectuales que se saben parte del mismo pueblo. Un legado construido confiando en la gente común, esa que tiene cualidades fuera de lo común, los que hacemos posible la Patria que Bolívar soñó. El Comandante Eterno nos ha dejado con muchas tareas, con metas precisas. Continuaremos tu legado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario